La primera palabra que usan para hablar de la casa que se imaginan es luz.
Mucha luz y una sensación de espacio habierto que a la vez permita la privacidad del lugar de dormir y la existencia de un estudio convertible en el dormitorio de la sobrina de 9 años.
Y entonces aparecen los antílopes, que son armarios en los que esconderse y donde proliferan rinconcitos para colocar de manera heterogénea una colección de objectos personalísimos que forman una colección particularísimade todos los objetos que en el mundo pueden ser.